🕊️ La leyenda del colibrí que recordó su Flor
May 02, 2025
“Dicen que una vez hubo un pájaro tan ligero, que al batir sus alas, no se escuchaba nada.
Pero cuando dejó de volar, el mundo entero comenzó a hacer ruido.”
Hace mucho, mucho tiempo —o tal vez hace solo un instante, porque el tiempo no se mide igual en el mundo del alma—
existía un bosque mágico.
En ese bosque vivían los Colibríes Esenciales.
Eran criaturas únicas:
Cada uno nacía con una flor propia.
Una flor especial.
Una flor que solo respondía a su energía.
Esa flor no era solo alimento,
era su Esencia.
Era propósito.
Era el vínculo sagrado entre el colibrí y el bosque de forma única.
Los colibríes sabían cuál era su flor.
Y al alimentarse de ella, no solo se llenaban de energía…
sino que sus alas brillaban con colores imposibles de describir.
Volaban en libertad.
Volaban en paz.
Volaban siendo Luz.
Pero entonces, uno de ellos —el más joven, el más curioso, el más brillante— comenzó a escuchar otras voces.
—“Mira esa flor de allá… tiene más néctar.”
—“Esta otra te hará más fuerte.”
—“La de aquel rincón… dicen que es la que usan los mejores.”
—“¿Para qué conformarte con una sola flor, si puedes probar todas?”
Y así, el joven colibrí empezó a alejarse de su flor.
Probó una. Luego otra. Y otra más.
Al principio, sentía emoción…
Pero poco a poco, su energía comenzó a apagarse.
Sus alas ya no batían con ligereza.
Su vuelo se volvió más débil.
Y lo peor: olvidó a qué sabía su flor.
Y como hablaba con entusiasmo de cada nueva flor que encontraba,
sus compañeros también empezaron a dudar.
Uno por uno, dejaron sus flores.
Uno por uno, fueron perdiendo fuerza.
Y el bosque…
el bosque se llenó de colibríes confundidos, cansados, desconectados.
Y aunque ya nadie volaba…
el bosque se llenó de ruido.
De murmullos.
De opiniones.
De caminos ajenos.
Hasta que un día, el joven colibrí, agotado, se posó bajo un árbol antiguo,
que llevaba siglos observando en silencio.
El árbol, con voz pausada y profunda, le susurró:
“Cada colibrí nace con una flor.
Y solo esa flor guarda el néctar que lo mantiene vivo.
Lo demás… lo marchita.
Lo aleja.
Lo apaga.”
Entonces, el colibrí cayó en cuenta.
Recordó el aroma de su flor.
Recordó su lugar.
Recordó quién era.
Voló —débil al principio— hasta ella.
Y al probar su néctar…
sus alas comenzaron a brillar otra vez.
Más fuerte.
Más claro.
Más auténtico que nunca.
Y cuando lo hizo… algo mágico sucedió.
Los demás colibríes lo vieron.
Y comenzaron a recordar también.
Uno a uno, volvieron a sus flores.
Y el bosque… el bosque volvió a llenarse de color, de silencio sagrado,
de vuelo esencial.
Desde entonces, se dice que cada vez que una persona recuerda su esencia y se alinea con ella,
un colibrí invisible despierta.
No se ve, pero se siente.
Y susurra:
“Tu flor te espera.”
“Tu camino es solo tuyo.”
“Tu libertad está en tu Esencia.”
El símbolo que hoy ves…
no es solo una joya.
Es una llave.
Una promesa.
Una decisión silenciosa de recordar quién eres.
¿Estás lista para volver a tu flor y recordar quién eres?
Quieres saber más cómo ser un maestro de esencia?